Paciente 2.0
¿Cómo surge este término?
La pandemia de Covid-19 mostró claramente la necesidad de avanzar en la digitalización de la salud. Esta transformación, que se aceleró durante el confinamiento, permitió que los pacientes siguieran recibiendo atención médica a pesar de las restricciones. Un claro ejemplo de esto es la telemedicina.
Hoy, con la pandemia en otra etapa, los actores del sistema de salud han aprendido que la salud digital ofrece grandes beneficios para los pacientes y que es crucial continuar en ese camino para que los sistemas sanitarios de América Latina adopten plenamente estas tecnologías.
La transformación digital implica cambiar la forma en que las organizaciones y sectores, en este caso la salud, operan y piensan. A través del uso de diversas tecnologías, como aplicaciones, inteligencia artificial y análisis de datos, se busca mejorar tanto los procesos internos como la interacción con los pacientes. Para lograr esto, se deben considerar tres factores principales: las personas y la cultura social, la misión y los procesos de trabajo, y las tecnologías disponibles.
Incluso antes de la pandemia, en 2019, la Organización Mundial de la Salud ya había publicado directrices sobre la salud digital, considerándola clave para lograr la cobertura universal de salud al hacer más precisa la atención y empoderar a los pacientes.
El empoderamiento de los pacientes es un aspecto fundamental de la salud digital. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la mayoría de los latinoamericanos cree que los sistemas de salud necesitan mejoras. Durante la pandemia, el 60% de los usuarios en la región expresó disposición a compartir sus datos en un entorno seguro si eso les proporcionaba beneficios.
Una pieza clave de la salud digital es la historia clínica electrónica (HCE), que centraliza la información médica del paciente y facilita su acceso a los profesionales de salud, lo que simplifica procesos y reduce el riesgo de errores médicos. Además, permite al paciente tener un rol más activo en su cuidado, algo especialmente relevante para quienes padecen enfermedades crónicas.
La telemedicina y la salud 2.0 han impulsado al "paciente 2.0", un individuo que no solo usa activamente las herramientas tecnológicas, sino que también se involucra más en su cuidado y en la toma de decisiones sobre políticas públicas de salud. Este paciente proactivo exige que se aprovechen los beneficios de la salud digital y plantea nuevos retos para los sistemas de salud y la industria biofarmacéutica.
La telemedicina facilita el acceso a atención en zonas con poca infraestructura sanitaria y agiliza procesos rutinarios, como la renovación de recetas, optimizando los recursos. Además, las soluciones digitales mejoran el monitoreo y la adherencia al tratamiento mediante recordatorios, plataformas de seguimiento y acceso a contenidos educativos personalizados. El análisis de los datos de salud también contribuye al desarrollo de nuevos medicamentos y mejores tratamientos.
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